Dispraxia verbal del desarrollo

La dispraxia verbal es un trastorno en cual los niños tienen un problema con la pronunciación de sonidos, sílabas y palabras. No es un resultado de la debilidad muscular ni la parálisis. El cerebro tiene problemas al planear de mover las partes del cuerpo (los labios, la mandíbula y la lengua) que se necesitan para hablar. El niño sabe que quiere decir pero tiene dificultad con la coordinación de los movimientos musculares para decir las palabras.[1]​ La causa exacta de este desorden no se sabe.[2]​ Algunas observaciones sugieren una causa genética porque muchos con el desorden tiene una historia familiar de desórdenes comunicacionales.[3]​ Ya no se puede ser curada, pero con intervención adecuada e intensiva, personas con este desorden pueden mejorar significativamente.[4]

Características

Hay tres características que diferencian la dispraxia verbal y otros desórdenes. Estas características son:

  • "Errores inconsistentes con respecto a consonantes y vocales cuando el niño trata de repetir las sílibas y palabras.
  • Transiciones coarticulatorias entre sonidos y sílabas son alargadas.
  • Una prosodia inapropiada, especialmente con la realización de énfasis frasal o léxico."[3]
  • Inconsistencia en los patrones de errores de articulación.
  • Modelos desviantes durante el desarrollo del habla.
  • Progreso muy lento durante el tratamiento.
  • Etapas de apreciable ininteligibilidad.
  • Errores en los sonidos del habla.
  • Faltas en la articulación de vocales.
  • Esfuerzos, tanteos o titubeos en la producción de algunos fonemas.
  • Problema para producir fonemas aislados o secuencias.
  • Fallos en la ejecución, en aislar y secuenciar movimientos orales.

Aunque dispraxia verbal es de desarrollo, no va a desaparecer cuando los niños tengan más años. Niños con este desorden no siguen modelos típicos de adquisición de lenguaje y necesitarán la intervención para progresar.[3]

Causas

La dispraxia verbal es un trastorno motor, significa que el problema se localiza al cerebro y las señales cerebrales, no la boca.[5]​ Con la mayoría de casos, la causa es desconocida. Causas posibles incluyen síndromes y trastornos genéticos.[5]

Además, la mayoría de los casos de dispraxia verbal no tiene causas definidas. Sin embargo,[6]​ se sabe que es un trastorno neurológico adquirido antes de nacer, durante el nacimiento o por algún daño cerebral durante su infancia. Estas alteraciones podrían estar condicionadas por anomalías genéticas.

Diagnóstico

La dispraxia verbal puede ser diagnosticada por una terapia del lenguaje a través de pruebas espicíficas que miden los mecanismos orales del habla. Estas pruebas incluyen tareas como soplando, lamiendo los labios, elevando la lengua y un examen de la boca también. Una prueba completa incluye la observación del enfermo hablando y comiendo. Una diagnosis de dispraxia verbal no es posible para niños de 2 años o menos. Aun cuando el niño tenga 2-3 años, un diagnóstico claro no siempre puede ocurrir porque, a esta edad, quizás no podrán enfocar ni cooperar con las pruebas diagnósticas.[7]

Tratamiento

No hay cura para la dispraxia verbal pero con intervención adecuada e intensiva, las personas con este desorden pueden mejorar significativamente.[4]

Se necesitan diversas formas de terapia que varían según las necesidades del paciente. Típicamente, el tratamiento incluye terapia uno a uno con una terapia del lenguaje.[5]​ Con respecto a los niños con el trastorno, la consistencia es un elemento esencial. La consistencia en forma de comunicación, tanto como el desarrollo y uso de comunicación oral son muy importantes para ayudar a un niño con el proceso de aprendizaje del habla.

Muchos de los enfoques a la terapia no se confirman por evidencia exhaustiva. Sin embargo, los aspectos de tratamiento que suelen ser acordados son:

  • Tratamiento tiene que ser intensivo y sumamente individualizado, con aproximadamente 3-5 sesiones de terapia cada semana.
  • Un máximo de 30 minutos cada sesión es lo mejor para niños juveniles.
  • Principios de la teoría de aprendizaje motor y práctica intensiva parecen ser los más efectivos.
  • Terapia motora oral sin hablar no es necesario ni suficiente.
  • Terapia multi-sensorial quizás sería beneficioso:[8]​ el uso del lenguaje de señas, imágenes, avisos visuales y comunicación alternativa y aumentativa quizá sea útil.[4]

Referencias